lunes, 19 de noviembre de 2012

En mis tiempos.

Esos tiempos que quedaron atrás viven en el presente de nuestros adorables abuelos. Han pasado dictaduras, verdaderas crisis, miedo, hambre y han experimentado cosas que nosotros jamás sentiremos, y aun así lo recuerdan día tras día. Nos cuentan sus vivencias como si una ola de imágenes impregnara su cerebro y con añoranza nos explican lo complicado que era darse un beso con su novia o lo divertido que resultaba ir al monte y tirarse por las laderas. Eran otros tiempos, tiempos en los que la vida se vivía como era, sin nada que lo enmascarase. Muchos eran los impedimentos que la sociedad les imponía, “era complicado” nos cuentan, pero no cabía duda que resultaba más interesante.

En un segundo se vieron inmersos en un cambio social que resonaba por todos lados, la tecnología, la burocracia, el sinsentido comenzó a abrirse paso, sin que nadie supiera a donde se dirigía, y ellos, nuestros abuelos, lo aceptaron sin comprender lo que les venía encima. Este es mi tributo a ellos, los que lucharon para hoy tengamos libertades que en su tiempo jamás se imaginaron poder tener, a los que hoy no están aquí y acabaron enterrados en cualquier cuneta de cualquier punto de España, a los que nos hicieron pensar que la vida no es como la vemos nosotros, sino que es algo más y por eso hay que vivirla. Por todos nuestros abuelos y nuestras abuelas que con su sonrisa y sus consejos convertidos en refranes nos obligaron a regar las plantas y nos enseñaron a escuchar.
Toda la empatía que no sentimos los jóvenes ellos la acumulan y la dosifican en gratas ocasiones, porque lo han vivido, sabe lo que ha pasado, tiene una ligera idea de lo que está pasando y, mágicamente, aciertan con lo que va a suceder. Porque siempre llueve cuando ellos vaticinan y las cosechas se dan fructuosas en la semana que ellos indicaron. Aun así, habiendo echo mil y una cosas más que todos nosotros, no pensamos que dentro de un tiempo nosotros seremos "los abuelos", los que estarán en la débil clase social del jubilado, siendo una carga para el estado, a modo de recompensa por tantos y tantos años que hemos estado sufriendo por él.

Yo de mayor quiero ser abuelo, y para conseguirlo no hace falta ningún título universitario.

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